PESOS Y CONTRAPESOS
La
única deuda que deben contraer los gobiernos es la que se invierte
productivamente, por lo que produce bienes y servicios, cuya venta a los
consumidores genera ingresos, con los cuales irla liquidando. Se vale, por
ejemplo, que el gobierno pida prestado para construir una carretera en la cual
cobrará peaje, generando así un ingreso, con parte del cual ir pagando. No se
vale, por ejemplo, que pida prestado para construir escuelas gubernamentales,
en las cuales no cobrará colegiaturas, por lo que no generará ingresos.
Entonces, ¿con qué debe financiarse la construcción de escuelas
gubernamentales? Con impuestos.
Este
principio, de prudencia en el manejo de las finanzas gubernamentales, está
reconocido en la Constitución, en cuyo artículo 73
leemos que “ningún empréstito podrá celebrase sino para la ejecución de obras
que directamente produzcan un incremento en los ingresos públicos, salvo los
que se realicen con propósitos de regulación monetaria, las operaciones de
conversión y los que se contraten durante alguna emergencia declarada por el
Presidente de la República”. Según esto solamente se podrá contraer deuda
gubernamental para invertirla en proyectos productivos (algo muy distinto a meramente
gastarla) que, precisamente por ser tales, generen los ingresos suficientes
para, con parte de ellos, irla liquidando, salvo los tres casos de excepción ya
señalados: regulación monetaria, operaciones de conversión, atención a
emergencias, que son eso, caso excepcionales.
Lo
contrario de este principio de prudencia en el manejo de las finanzas
gubernamentales ocurre cuando el gobierno ha llegado al callejón sin salida de
tener que pedir prestado hoy para pagar la deuda de ayer, deuda de hoy que
pagará (¡si le siguen prestando!) con la deuda que contraerá mañana, y así una
y otra vez hasta que llegue el momento (¡que inexorablemente llega!) en el cual
ya no haya más crédito. Entonces el ajuste se hace inevitable: más impuestos
(pagan los contribuyentes) y/o menos gasto (pagan las clientelas
presupuestarias), tal y como ha sucedido en Grecia.
En
México, ¿el gobierno respeta este principio de prudencia? Ya lo veremos.
E-mail:
arturodamm@prodigy.net.mx
Twitter:
@ArturoDammArnal
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