INVITADO: Alberto Zuarth G*
Si a quien se le da el voto no se le da escuela, padece una estafa, porque la democracia es fundamentalmente un aviador de la cultura, dijo aquél mítico político español; Don Manuel Azaña, quien soñó con esa España cercana a los ideales del europeísmo. La misión del pueblo es decir a dónde quiere ir, la de los gobernantes elegidos ocuparse de los incidentes de la ruta, escribió uno de los considerados héroes de la Resistencia Francesa; Jean Moulin. Con cualquiera ganamos en Chiapas, la gente ahí es más pendeja que en Oaxaca, con una puta vaca en el PRI ganamos, afirmo de manera convincente un político mexicano elegido cuatro veces Diputado, una vez Senador de la República y otra más Gobernador.
Mucho se ha hablado de que la nación mexicana puede y debe transitar a una democracia de resultados que actualice y perfeccione su sistema político, así como sus reglas e instituciones electorales. Por otra parte, la coincidencia de diversos autores al sostener que la representación política está en crisis lleva a una parte importante de politólogos a buscar modos de afrontarlas.
La vida democrática en México no se concibe sin la participación de sus partidos políticos porque son estos institutos, los principales aglutinadores de los intereses sociales, abonan al perfeccionamiento de los mecanismos de democracia representativa; pudiendo existir como los principales garantes de la profundización y consolidación de la misma, pero ¿Quiénes los eligen?; ciudadanos plenamente informados y con altos niveles de educación o todo lo contrario. Veamos pues; ¿Quiénes están siendo las voces del voto en la República Mexicana?
Las elecciones se han convertido en el momento crucial de la democracia. En todas partes el voto hace iguales a los ciudadanos, porque vale exactamente lo mismo el voto de un hombre que el de una mujer, el de un trabajador que el de un patrón, el de un pobre que el de un rico. Al menos, eso es lo que supone la esencia de un sistema democrático.
El Instituto Nacional Electoral en su “Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México 2013”, nos dice que del total de quienes dijeron haber sufragado en la elección del 1 de Julio de 2012 para renovar la Cámara de Diputados, el 23% tenía educación secundaria completa, 16.7% primaria concluida, 15.3% preparatoria y solamente el 12.5% habían concluido la Universidad. En cuanto a la distribución por partido político esta se repartió de la siguiente manera: el segmento de la población que dio más votos al Partido de la Revolución Democrática provino de personas con estudios universitarios (40%), mientras que Acción Nacional y el Revolucionario Institucional fueron votados en su mayoría por ciudadanos sin escolaridad y solo algunos con primaria finalizada. Grave problema para el Estado y la sociedad mexicana.
Por otro lado, datos de la encuesta de salida realizada el pasado 7 de Junio de 2015 por la empresa Parametría nos permiten afirmar que el PRI incrementa progresivamente su popularidad conforme disminuyen los años de escolaridad de sus electores; poco menos de la mitad de las personas que indicaron no tener estudios (49%) dijeron haber votado por el tricolor, y el resto (42%) cuentan únicamente con primaria, sin embargo el PAN a diferencia del PRI es fuerte entre los votantes con mayor escolaridad, 26% de sus electores tienen preparatoria y el 27% universidad. En el caso del PRD su votación se concentro en individuos con secundaria como su mayor grado de instrucción. Estos números confirman la tendencia de una reducción de casi millón y medio de universitarios que se alejaron de las urnas entre las dos elecciones, también es destacable la apatía que muestra este grupo por intervenir en procesos electorales, teniendo en cuenta que en ninguno de estos dos ejercicios ha sobrepasado el 5% de participación por partido político; 4.60% en 2012 y 2.59% en 2015.
Un buen gobierno debe ser elegido por individuos educados. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo tercero nos dice que “todo individuo tiene derecho a recibir educación. El Estado impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior de manera gratuita laica y obligatoria”. Además, en la fracción II del citado artículo se especifica que “el criterio que orientará a esa educación…será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo, atendiendo a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestro recursos y a la defensa de nuestra independencia política..”, pero contradictoriamente en el artículo 55 del citado ordenamiento, dentro de los requisitos de elegibilidad para ostentar el cargo de Diputado no es mencionado como requerimiento el haber recibido la citada educación, mucho menos estar en posesión de algún Título Profesional y ya ni hablemos de tener algún Posgrado o especialización en materia.
De igual manera, si miramos a detalle los requisitos que el INE plantea para poder ejercer el sufragio, por ningún lado encontráremos algún esbozo relacionado el tema educativo, puesto que para poder ejercer este derecho solamente necesitamos; ser mexicanos mayores de 18 años, tener un modo honesto de vivir, estar inscritos en el Registro Federal de Electores, contar con una credencial para votar con fotografía, tener habilitados nuestros derechos político – electorales o contar con una resolución positiva del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Para que un régimen sea considerado democrático es indispensable que cuente con una ciudadanía y una clase política que se interese por participar en los asuntos políticos de su comunidad, pero sobre todo que se informe y se formesobre la Res pública. Los grandes esfuerzos por obtener la transformación económica y social del país no se han visto acompañados por el esfuerzo educativo para convertirnos en hombres libres y exigentes, conscientes de nuestros derechos y nuestras obligaciones.Los viejos valores de la responsabilidad, de la cultura del esfuerzo, del estudio y de la exigencia se han ido arrumbando, para ser sustituidos por otros más febles. Todos, ciudadanos y dirigentes, vivimos en el desconcierto, aunque como es lógico, la responsabilidad de los segundos es infinitamente mayor, aunque los platos rotos, los estamos pagando los primeros.
En el mundo hemos llegado con retraso a las orillas de una democracia real, acompañados de una sociedad indefensa y manipulable, en donde hay una desilusión enorme y se vota en medio del descrédito del sistema, y de manera particular de los partidos políticos que no generan confianza y si división, pero México no esta fragmentado, donde haya un ciudadano o un dirigente político que se angustia pensando en la salvación del país, ahí hay un animo y una voluntad que entran en cuenta. Pasemos pues, a una democracia de ciudadanos y ciudadanas educados, capaces de ejercer de manera integral sus derechos civiles, políticos y sociales, pero principalmente de concebirse como agentes con aptitudes para transformar su entorno, esto sin duda abonará a la promoción de un diálogo informado y constructivo entre los actores del Estado y la sociedad, porque como bien dijo aquél legendario político francés Alexis de Tocqueville; sin la participación de los ciudadanos en el proceso político, la democracia carece de sentido y legitimidad. Profesionalicemos pues, la participación política en México, no sigamos ensalzando la mediocridad y devaluando la excelencia. Es probable que haciendo esto no pasemos a la historia, pero es seguro que cambiaremos la nuestra.
*Alberto Zuarth: Politólogo chiapaneco, candidato a Doctor en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y maestro en Estudios Avanzados en Comunicación Política por la misma institución.
Contacto: azuarth@hotmail.com
Twitter: @Beto_Zuarth