Para los amables seguidores de
este blog, no es novedad que nuestra posición sea que la Reserva Federal (Fed)
estadounidense no subirá ni este ni el año siguiente sus tasas de interés. La
razón más importante es que justo gracias a que durante años las ha mantenido
en niveles históricamente bajos muy cercanos a cero por ciento, ha inflado
burbujas en activos, entre los cuales destacan los bonos de deuda soberana.
Dado que los rendimientos que
brindas de los bonos varían de manera inversa a sus precios, la manipulación de
los tipos a la baja y la expansión crediticia han empujado hacia arriba los
precios de diversos activos y generado un “efecto riqueza” del que no será
fácil deshacerse. Es por eso que cada vez que hay rumores o noticias que
alientan la especulación del alza de tasas, las bolsas de valores caen y los
rendimientos se disparan.
¿Y qué si aún así suben las
tasas?
Es difícil por tanto, imaginar a
la presidenta de la Fed, Janet Yellen, arriesgarse a ser señalada por la
historia como la detonadora de una nueva crisis. Y es que si de verdad sube las
tasas en el futuro cercano, no hay duda de que habría efectos negativos como
los aludidos en los mercados internacionales, así como impactos en las divisas
de países emergentes –como México, que se devaluarían de manera pronunciada.
De hecho, aquí el viernes pasado
ya se alcanzó un nuevo máximo histórico del precio del dólar al menudeo que
rebasó los 16 pesos. Por eso se dice que las buenas noticias económicas son
malas noticias, pues al anticipar una posible alza de tipos de la Fed, los
mercados financieros se vienen abajo y arrastran a mercados en desarrollo.
Mercado libre, el camino óptimo
Ahora bien, debemos decir que una
cosa es que no creamos que la Fed subirá las tasas, y otra muy distinta es si
debería hacerlo o no. Pese a que no hay duda de que los efectos en el corto
plazo serían severos, la realidad es que no habrá una recuperación real ni
crecimiento sostenible de largo aliento mientras no haya ahorros suficientes
que los respalden. Para eso es indispensable que los rendimientos ofrecidos a
los ahorradores valgan la pena y los estimule a ahorrar.
Es clara nuestra posición
respecto a que ningún banco ni gobierno debería jamás de tener la facultad de
determinar el nivel de precios de nada, pero menos aún el nivel de tasas de
interés. Por desgracia, de momento es un simple sueño el llegar a tener un
sistema financiero y monetario con dinero reprivatizado y una banca libre
sin intervención alguna del Estado. Ante ello, son los bancos centrales los que
deberían subir sus tasas muy por encima del nivel de inflación, como lo hizo la
Fed a principios de los 80s del siglo pasado.
Si suben tasas, ¿qué tanto lo
harán?
Es una pena pero lo expuesto en
el párrafo anterior de plano no creemos que vaya a ocurrir. Si acaso la Fed
llega a subir las tasas lo haría quizá en un cuarto o medio punto porcentual,
no más. Estados Unidos tiene una muy débil posición financiera debido a que
dedica una amplia parte de su presupuesto al pago de intereses. La Fed podría
hacer todo lo que quisieran los analistas, pero debido a que está sometida
también al ciclo político, es impensable que se atreva a quebrar la espalda
financiera al gobierno de su país.
Así que si Janet Yellen y sus
colegas en el Comité de Mercado Abierto toman la decisión, aun con su leve
actuar generarían una tormenta tal en todo el mundo que podemos estar seguros
de que los forzaría a echar marcha atrás y quizá a lanzar un nuevo “estímulo
monetario”. Patearán de nuevo la bomba para más tarde.
México debe prepararse
Si la Fed nos toma por sorpresa, los
16 pesos por dólar quedarán muy atrás poco tiempo después y los efectos en nuestra
economía serían sumamente negativos. Banxico ha dicho que no moverá un dedo
hasta que la Fed lo haga, lo que garantiza que actuará tarde. Por eso, los
inversores deberían anticiparse y revisar sus opciones de defensa y protección
individual de acuerdo a su situación particular. Más vale prevenir que
lamentar.
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