En este espacio hemos dicho que
Grecia está quebrada y que juega a la desvergüenza del deudor: si acepta los
términos del “rescate” y continúa pagando, el problema es de Atenas y los
ciudadanos; si deja de pagar, la bomba es para los acreedores. Sin embargo, a
decir verdad el tema es bastante más complicado porque todos perderán. Para
cuando usted esté leyendo este artículo el gobierno que encabeza Alexis Tsipras
se habrá negado a pagar al Fondo Monetario Internacional alrededor de 1.6 mil
millones de dólares que tenía que liquidar hoy.
El anuncio del impago se hizo
ayer, lo que ha incrementado las tensiones entre el país helénico y sus
acreedores, que cada día subirán más el tono de sus exigencias. Pese a ello, la
posición de fuerza la tienen los griegos. Atenas está llevando al límite la
capacidad de tolerancia y paciencia de los alemanes porque sabe que si a
alguien no le conviene que se resquebraje el euro, es a Alemania, el país
líder.
El juego de “todos pierden”
Como sea, a estas alturas ya no
hay remedio, todos saldrán perdiendo de un modo o de otro: los acreedores no
verán jamás todo el dinero que les deben y los griegos tendrán que ajustarse el
cinturón, recortar sus beneficios sociales, subir impuestos e imponer la
austeridad. Todo lo anterior lo harán de forma voluntaria porque no les quede
de otra –en caso de que los expulsaran de la moneda única, o por la fuerza
agachando la cabeza y aceptando los términos impuestos desde arriba. Esto último
es cada vez menos probable porque el domingo se espera que en el referéndum los
votantes griegos se nieguen a aceptar dichos términos.
Después de eso, ¿con qué
argumento la Troika podría pedir que hicieran a un lado la voluntad popular y
aceptaran sus condiciones? Tsipras se mostró hábil y les ganó jugando sus
cartas. Después del domingo tendrá una mano que nadie le podrá “matar”.
Estados Unidos tampoco quiere el
“Grexit”
Así que como ya incluso Estados
Unidos recomendó el domingo por medio del secretario del Tesoro, todo apunta a
que de nuevo la deuda griega tendrá que ser reestructurada –o sea, perdonada en
gran parte-, con el fin de evitar que salga de la eurozona. De realizarse las
quitas, se habría confirmado que los griegos tenían todas las de vencer.
En realidad, se habrá ganado
tiempo nada más, pues de fondo, el euro sigue siendo una divisa mal diseñada
que quizá, como algunos analistas e inversores vaticinan, terminará
desapareciendo de todas maneras.
El euro, ¿condenado al fracaso?
Uno de ellos, Simon Black,
escribió ayer en su blog que la lección es muy clara: “un mal sistema fallará.
Especialmente cuando ese sistema está construido sobre una montaña de deuda y
engaño”. Tiene razón. Poco importa cuánto tiempo le tome al euro fallar. Grecia
es un país pequeño y de poca importancia relativa incluso desde el punto de
vista de Europa. Pero el tema es que otros como España no están en una mucho
mejor situación, y su peso específico sí los convertiría en una “bomba nuclear” para la divisa única.
Los griegos tuvieron tiempo de
prepararse para esto, y los más avezados lo habrán hecho sacando todo su dinero
del país, mientras la mayoría se quedó esperando sentada a que las cosas
empeoraran o mejoran de milagro. Así suele ocurrir. La moraleja del cuento no puede
ser otra: nunca confíe en que los
políticos arreglarán algo, nunca lo hacen. No pierda tiempo y cuando vea
una crisis venir muévase, protéjase sin importar que lo haga demasiado
temprano. Siempre será mejor prevenir que tratar de solucionar una tragedia
demasiado tarde.
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